Faena (2)

El disfraz más exquisito, el vestido más ornado.
Descubrí a tu cordero enseguida, desamparado llego a la reunión por culpa de una idea fija que lleva tu nombre. Iba buscando a su verdugo y me confió para su ayuda, dictó su sentencia sin reconocerme.
Sentí pena y hasta tomamos vino juntas.
Nunca había podido llegar hasta el final del juego.
Estaba empeñada, desangrándose sóla. Nos abrazamos y llore con ella a la distancia que nos imponían los roles, en silencio.

Otros sucesos

A la vuelta de tu casa una estatuilla de elefante con montura roja, borlas y bellos cuernos de marfil se enfrenta a la autopista junto al perro de cerámica y otros dos animales que no llego a ver.
Apiñados en un rincón en la esquina inicial del camino al jardín de una casa descuidada me miran pidiendo que los recuerde y que no te lo mencione. Me recuerdan que no llevo la cámara conmigo ni sé dibujarlos, me dicen que es una ventaja, que no los cristalice en el tiempo, que los conserve con el descuido necesario.
Te adelantas a contenerme en palabras y ni siquiera podés sostener tu cuerpo. La luminosidad de la tarde te viste de ansiedad y mi ligereza no te calma.
¿Qué se siente ser el pajarito cantor del invierno? me preguntás.
Tu osamenta no tiene peso, alivianate, no vamos a cantar juntos. En realidad soy yo quien, camino a mi colectivo, te acompaña para que vuelvas a tu casa, para que duermas y llames a tu ruiseñor. A tu verdadero pajarito de invierno que se entristece al verme entrar de manera caprichosa a tu casa, estar de sólo de paso en el sillón y no adorar, como lo hace ella, todas tus farsas.

79

Remanencia, sustituto.
Destruir los sustitutos
y ahí si, caer.

Antes de que vengas (y te vayas)

1.
Todo lo incierto
tu nombre

2.
Siento el cansancio de mil saltos en mi cuerpo,
es inevitable
sos de los que aprietan el pomo del dentífrico desde atrás.

3.
Altoparlante, sonidos envolventes
dibujos absueltos entre nosotros
Retrocedemos al juego primero,
seguro me estás mirando.

4.
Aclamamos a escondidas los pequeños roces que nos hacen dar cuenta del cariño existente.
El calor de los cuerpos, la ausencia de lugar.

5.
No sé porque me detengo a mirarte tan tranquila, será por costumbre que siempre le sonrío al paisaje.

6.
Creo que te dije adiós hace rato, sin que vos siquiera me veas, pero te sigo saludando
(perfume nuevo siempre, mi nariz te extraña a veces -avecesiempre-)

7.
Cuerpos en el mar,
sales profundas que abrazan y amortiguan.
El viento y el agua mucho más cálidos que tu distancia.

8.
Tengo la sensación de que voy a despertar vieja, desabrida, fría y distante. Él buscando una excusa en los
rincones de mis imperfecciones.

9.
Tarareá tranquila mosquita zumbadora
yo guardo tus secretos.
Lunes oficiando de viernes, alguna suerte de sábado, de sillón, de película.
La sonrisa escondida por la no luz de la noche.

10.
¿Qué clase de alineación de planetas se produce para que te enamores de mi en esos cortos instantes?

11.
Elijo ahora para decir que me gustas, que sigo las sombras cuando se agota la luz en tu ventana y que bailé
un poema tuyo. Alguna vez te voy a decir, de manera nada inocente, el momento de la elección es el
momento de la locura.

12.
Imbricada en mil mares
me exalto con cada brisa
No me uses de excusa,
navego por mi cuenta
y me ahogo bastante seguido

13.
No esperar más,
sentirse fuerte.
El verano terminó y nosotros somos nuestro abrazo.

77

ordenas y embolsas todo
etiquetas y embolsas
tenés miedo de que se pierda algo que todavía no fuiste.

76

ausentarse de las ausencias
vaciarme de lleno
en un movimiento espiralado desde el vientre hacia las nubes
conformar cielos inmensos
adentrarse en nada
exhalar el aire que queda en el recodo más profundo de los pulmones
quemar los mandatos
confiar

El lugar de los nosotros (2)

Todos los puentes tienen tu voz, tu tono calmo y melodioso. Todos los puentes son del mismo color.

Martina sabe que los puentes son pasajes suspendidos en la nada, se erigen sobre pequeños vacíos que condensan el caos. No son lugares para construir una casa, le enseñaron.
Pablo no entiende eso y en vez de esperarla del otro lado se queda anclado en el medio y deviene en puente. Ella aguarda, cansada de hacer señas ya que gritar a esa distancia no serviría de nada, a que se digne a esperarla del otro lado o que por lo menos se acerque hasta su orilla para poder atravezarlo.
Pablo es precavido, no entiende nada de las señas de Martina (esa figurita fuera de foco que apenas distingue a la distancia, de la cual empieza a olvidar el rostro) pero no se arriesga a dejar su posición. No es que se sienta cómodo, pero ya le es familiar y prefiere esperar a que ella decida el próximo movimiento. El cual acompañaría con gusto, se dice y le vienen ganas de gritárselo, de dejárselo en claro,  de explicitarlo para verse obligado a hacerlo. Pero ya es puente, está osificado, sus brazos ahora cadenas enlazadas la acompañan a ella en la caminata lenta.


Luis

Sus facciones se vuelven oscas en el invierno, su pequeña silueta rechaza el viento con gestos violentos y la nariz le hace una mueca de desaprobación cada vez que la nieve le cae encima.
En el verano pasea su ropa liviana por las calles, se somete a largos baños de sol y cuando, casualmente, están regando la plaza, se tira al pasto dentro del radar de los regadores automáticos.
Yo le dije que ese no era el comportamiento adecuado para un meteorólogo. Debería tratar por igual a todas las estaciones. Sus preferencias invaden demasiado su tarea, salteando meses en el reporte.
Enero, febrero y marzo los presenta con una sonrisa radiante, deteniéndose a explicar el progreso del clima hora por hora, detallando con minutos y segundos el preciso momento del cenit. Incluso, en su entusiasmo y frenesí, recomienda gustos de helados y bebidas concordantes con la posición del sol.
Abril y mayo existen sólo a su antojo y de acuerdo a su estado de ánimo. Mayo hace como dos años que no lo menciona, le dio una licencia hasta nuevo aviso por "disturbios en la emocionalidad".
Junio, julio y agosto no existen, y que a una ni se le ocurra mencionar algo al respecto.
Recuperarse de la apatía le cuesta todo septiembre. En este período su humor suele ser bastante frágil y se pasa horas encerrado en su habitación. En octubre, luego de animarlo con sopas y levantarle diariamente la persiana para que se filtre el calor, comienza a dar algunos reportes aislados con un tono formal y distante.
Por lo general es en noviembre cuando se enamora, dejándose llevar plácidamente sin ningún reproche a los excesos de las fiestas en diciembre. Ahí es cuando Luis se pone hermoso y a mi me dan ganas de abrazarlo.