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Aceptar la bendición de los extraños
venerar a los muertos propios, ajenos y comunes.
Ornar sus tumbas floridas
de amores de colores
y fiestas de bienvenida.

Pesquisa

La frontera es la última pesquisa
hace el recuento de mis cosas
me sumerge de lleno en los perfumes de otrora
renueva el tacto de las pieles
me humedece los labios de llanto ajeno.

Me opongo con la cicatriz fresca en la cara
y la frontera expande el ardor por mi cuello.
Me duermo confiando en la lluvia que alivia
y despierto inundada de todos tus vestidos.
La frontera te trae del modo más vívido
con tus esteros inconfundibles.
Te veo, mientras duermo,
regando los ajíes y sonrío.


53

Las casas derroidas, las paredes de adobe inconclusas. El techo inexistente deja ver lo que sería su estructura: troncos de árboles completamente espiralados y contraidos. Algún día trendan tencho, por ahora guardan sólo quejas.

Nosotros

Canciones de argamasa suenan a lo lejos.
El desollamiento metrado
secó el monte y los maizales.
Mirás tu propia nuca, tu sombra, el pelo que todavía no alcanza a los hombros;
acá está la raíz, en las migas de pan que tiraste desde la ventanilla a mitad del viaje.
Esta es mi suerte, mi transporte al estero.

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Las nubes se tragan todo.
Los ríos angostos y marrones corren a toda velocidad.
Los árboles secos imitan la osamenta de los ciervos.
El rojo y el verde opacos
reflejándose en el este.

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Abrazame carnaval, árbol tupido de flores amarillas
soy quien invade tus tierras y te obsequia todo.
Descanso en tu plaza
y me basta con tus frutos.
No puedo ser tu virgen de sacrificio
pero puedo entregarte mis cabellos en ofrenda, acompañar tu río y criar tus hijos.
Habito tu yunga, el calor húmedo, sueño con arcilla.
Las luces de colores me llaman tanto como tu fauna
pero me desangro si es que le fallo a tu flora.

49

Somos lo descompuesto del almuerzo
el pueblo abusivo de los cañaverales
la mentira escondida que queda alejándose del valle tripartito
donde aún reposan los cuencos.
La carretera que enlaza lo primitivo y atraviesa lo llano.

Soy la fiesta del cedro, su compañía
cuando tanto carnaval se deleita a si mismo con los otros
a nuestras espaldas.

Discursos


1.
La gente es la mentira fresca del micro. Fuera el aire cálido no logra llenar los pulmones, no es como el aire frío que pasa sin pedir permiso. Las nubes se recortan siempre en alguna figura familiar, el viento; nada distinto de cualquier verano. De vez en cuanto te pienso, pero no me inundo de vos, ocupas un espacio similar al del aire caliente. Temo que al cambiar la temperatura puedas llegar a invadir mis capilares y mi sangre te reclame cíclicamente.
Entre sus piernas de un pantalón más naranja que el sol se ve a los lejos el follaje, la luz, lo indudable. No pienso hablar del cigarrillo que no está en mis labios, lo que consumaron los otros por mi, las figuras de las nubes. Me limito a mirar.
Las vías se convierten en casas, las casas en iglesias, en madera...las carpinterías se pueden tragar a un pueblo entero.
Pena que nadie dibuje los paisajes oscuros, esos que se inmiscuyen de la luz y se roban todos los colores. No los de la oscuridad total, sino los que viven en ese instante posterior al que el sol desaparece y su pantalón deja de ser naranja.

2.
Hoy pensé en tu existencia, tu fantasma desapareció varios poblados detrás. Las arañas tejen con los restos de tu pelo su vivienda y sustento; reposa en su veneno toda ira posible.
El limonero queda bastante lejos de mi cama, igualmente su jugo ahora es más ácido que de costumbre. Dejé los viejos hábitos, en verdad ya no lo riego. Ahora duermo largas horas sin almohada y desayuno lentamente.
Mi fantasma quedó conmigo pero mi existencia le lleva desventaja. Me sigue a unos pocos destinos de distancia, camina lento. A veces hace dedo y alguna que otra avispa la adelanta un buen tramo del trayecto. Su perfume, de acuerdo a la dirección del viento, a veces llega hasta mi. Cuando la corriente es buena, y la marea favorece, trae algunas de sus pertenencias. De a poco se completa el monte.
Cierto, hablaba de tu fantasma. Es difícil respetar la linealidad de lo que empecé, contra ciertas costumbres no se puede.
Quizá la próxima tormenta traiga las hojas que faltan para poder seguir escribiendo. Si fuese marinero te enviaría largas cartas de amor, de añoranza y regreso. Te amaría en cada nuevo puerto y compararía tu belleza impoluta en cada frontera...es que aquí se está muy ocupado uno.
Acá es inmenso y bello sólo cuando las casas se hacen chiquititas-chiquititas. Entonces prima el verde-bordo-bronce como si fuera un único color. Aparece al otro lado el gemelo azul-plateado como un familiar cercano.
Logré desaparecer, hermanarme con los colores; así como cuando el agua copia el marrón por ser tan amiga de la tierra. Es muy simple, de un lado se oculta el sol. Entonces ese lado empieza a consumirse por el negro y el azul. Del otro queda lo que vemos, lo que queremos y conocemos.

3.
Cuando vivíamos juntos la mesa se disponía de una manera distinta, las servilletas jamás podían estar debajo del plato sino bien acomodadas en el servilletero. Yo vestía menos colores, no por falta de alegría sino costumbre.
El sol salía del este y se ponía en el oeste, ahora es al revés. Claro que la casa tampoco es la misma. Los cuadros se mantienen, ya no sobre revoque sino sobre un rojo ladrillo a la vista. La ciudad es similar a cualquier otra y aquí tampoco hay mar. Somos serenos sus habitantes, le dedicamos mas tiempo a las cosas sencillas, sólo por delicia. Recordamos casualmente, de manera casual, cuando algo nos lleva a resaltar nuestros años. Decimos que no es añorar, sino rearmar y mantener la circularidad del tiempo.


El toro

Semana 3. Besarla.

Balancearse con el movimiento del peine al cepillarla.
Guardar el peine en el calzado, aunque el calzado se deshaga en la próxima guerra.

Redestrozarla. Destrozarla.
Otros la quieren más que yo,
la aman más que yo.