119

Desde mi balcón veo las cuatro esquinas, esta es una ciudad fría en verano.
El oficio de la soledad comienza en invierno, con el calor de las tazas y la vibración del agua hirviendo. Se gesta durante marzo y el brío hace estallar las copas de coctel escondidas en el armario.
La particularidad de los gestos, la minuciosidad del detalle puesta en cada acto nos diferencia arbitrariamente. Como si la decisión final se encontrara en ponerle o no azúcar al café, cómo si ese pequeño gesto definiera mi posición ante tu propuesta. Lamento decepcionarte, es la arbitrariedad lo que define la acción en este caso.
Comencé a construir este castillo de tazas vibrantes y su solidez flaquea, sólo así podrá ser formidable. Esta esquela de pequeñas piezas secundarias será lo que haga memorable mi oficio. Habilitar su contexto, darle peso a su entorno, ficcionar el olvido de lo importante.
Si hablo de mi, si me atrevo a hacer uso del yo es sólo porque soy un hecho secundario. Una mentira accesoria  que refuerza el nudo central de la historia.
Si quisiera contarte acaso algo importante, empezaría por decirte nimiedades. Descreé de los principios y sobretodo de las palabras, lo que importa acá es letra, la puntuación, lo espacios que dejo entre cada palabra. Si pudieras leer esto a mano alzada entenderías la importancia de los pequeños rituales; el café, la taza azul, la radio sonando sin importancia.
Si me atrevo a hablar de vos es porque en realidad es tu abrigo el que importa. Que te hayas puesto tu piloto y que la lluvia no se haga presente. El resto es circunstancial, me puedo imaginar lo que pensaste y aunque me equivoque no tendré problemas con eso.
Esta ciudad se pone realmente fría en verano, la humedad se condensa en las mangas del piloto del chico del tercer piso, desde el balcón veo proyectarse las lineas posibles de su caminata cuando cierra la puerta del edificio. En lo único que puedo pensar es en que si lloviera el plástico del piloto reluciría y el amarillo se reflejaría en sus manos.

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"Uno de nuestros amigos se iba por largo tiempo, no especificó el lugar, aunque lo conocíamos. Su entusiasmo lo llevaba a ahondar cada vez más en cada estúpido detalle. Hartos de escucharlo decidimos encerrarnos en su casa mientras él vociferaba desde el fondo haciendo apuestas en su cabeza sobre cuanto tiempo íbamos a demorar en terminar en la cama.
Resulta incómodo luego de tanto tiempo estar solos ahí dentro, pero veníamos encontrándonos desde hace un tiempo. Nos desnudamos más rápido de lo que pensaba, supongo que después de un tiempo hay cosas que se memorizan. Deberíamos seguir haciéndolo despreocupadamente pero quedan pocas casas en las que nos veamos casualmente.
Y si, tuve que ser irónica y cruel. Pero cuando llego tu esposa vos seguías actuando cómo si yo no fuera un hecho importante. En algún punto hicimos un trato ¿Verdad?. Aunque no estemos de acuerdo.
Nuestro amigo se va ir de viaje, no importa cuanto insistamos,así que no tiene sentido continuar la charla.
Mis modales fueron en desmedro y la sinceridad de tus actos es aterradora.
Soy demasiado ficticia como para mentirme, quisiera hacer una declaración de los principios, explicarte que es sólo una cuestión de sincronización, hacer algún gesto heroico que te acerque...Pero querida, ¿no ves que somos un sueño?. Somos señuelos de los hechos, amémonos un rato más, que los tratos acá son lo menos importante."

Tuve un sueño horrible querido, es que en verdad los fantasmas lo son. Disculpa que no llame para contártelo y hacer algo al respecto. Es que quisiera engañarme, pero los cuerpos de los fantasmas rara vez están donde uno los llama.




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Cuando estoy yo en tu campo no se caza porque es disputa de amor.
Los tordos son seis, sólo seis en el árbol pelado. ¿ Con quién hablan cuando hablan los tordos del Alerce? ¿Acaso sabías que ellos mienten?  esconden su porvenir en nidos ajenos.
Cuando estoy yo tu campo es recorrido, promesa gravitatoria.