Pampa

La tierra sede a la más mínima ráfaga de viento, a las pisadas, sede al calor. No le cede al pasto.
El álamo reclama soberanía, señor feudal que ofrece sombra a cambio.
El campo se extiende atrás, a nuestra espalda, y adentro, en nuestro oídos.
La banquina arde sueño, somnolienta confunde a las moscas con motocicletas y transmuta el reflejo del sol en agua.
La lechuza vizcachera traga la noche y escupe los residuos durante el día.
La Pampa sos vos, sacándote las espinas de los cardos del pie. Son 50 km alejándose de la ciudad.
La Pampa implica mucho más que este paisaje autárquico.